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Columna de Mezquite | Sobre La Marcha Equis

Recién llegado de vacacionar, el gobernador Luis Armando Reynoso Femat se volvió a subir ayer a un avión para ir a comer a Puerto Vallarta. Prefirió asolearse la tez en lugar de ir a Calvillo a llenarse los zapatos de lodo y atender personalmente a los damnificados por una inundación ocurrida la noche del martes.

Cada que tiene oportunidad, el gobernador canta su municipalismo pero olvida convertirlo en hechos. No se sabe siquiera que haya llamado al alcalde calvillense Humberto Gallegos Escobar para ofrecerle ayuda, misma de la que habló a media mañana y hasta que los reporteros le preguntaron.

Una cosa es la veda electoral y otra la entrega de ayuda a los damnificados por la inundación. Como siempre, primero llegó la ayuda de la sociedad civil y ni siquiera hay plazo para que llegue la que por obligación debe otorgar el gobierno.

Unos días antes de las elecciones en Zacatecas, un golpe de agua afectó vecinos de Tlaltenango y al día siguiente la gobernadora Amalia García Medina llegó y caminó por la zona afectada y ordenó un despliegue de funcionarios para atender a las familias, que como las de Calvillo, lo único que conservaron fue los muros de sus casas embarrados de lodo.

Gobernar a control remoto también es una forma de evadir las responsabilidades. Es claro que a la hora de escoger reflectores, Reynoso Femat escoge los que lo iluminen cómodamente sentado en el asiento de un avión que lo lleve a un destino turístico. Y para los que hicieron circular en la zona afectada el rumor de que el mandatario asistiría, quizá consiguieron beneficiarse con resaltar la ausencia.

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