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En los años recientes, en particular en el sexenio del gobernador Luis Armando Reynoso Femat, la Feria Nacional de San Marcos ha sido una frase que cuelga constante de la boca del mandatario estatal, es su motivo, su orgullo y, seguramente, su oportunidad de hacer negocios al amparo del poder.

Con Reynoso Femat la zona de la feria, el llamado "perímetro ferial", ha crecido hasta abarcar casi las 90 hectáreas. El andador J. Pani se remodeló tras una millonaria inversión. A la Velaria junto a la Plaza de Toros Monumental se agregó un gran estacionamiento frente a la Villa Charra. Se construyeron pasos a desnivel y amplias avenidas. Se atropelló a varios ciudadanos para dejarlos sin sus propiedades, que estorbaban los intereres del gobierno y el Patronato de la Feria.

La ambición del gobierno estatal encontró una veta en un pedazo de tierra al otro lado del segundo Anillo, allí donde el antigüo Arroyo San Pedro se une al Río San Pedro, una zona conocida como Isla Guadalupe, cuyo nombre los caprichos del gobernador tornaron en Isla San Marcos.

Saltando por encima de la investidura del Secretario de Turismo, pero con el aval de su amigo el gobernador, el encargado de ver por el campo aguascalentense, Luis Arteaga Niepman jugó con el dinero del presupuesto oficial y convirtió Isla San Marcos en el parque infantil de los funcionarios del actual gobierno del estado.

Construyeron un lago donde no había nada, le pusieron por el medio un camino de madera y sobre un montón de tierra hicieron un gran reloj y unas caídas de agua. Al lago le pusieron grandes fuentes.

A un costado construyeron una gran velaria, la Megavelaria, que lo mismo sirve para hacer el baile de coronación que para albergar la exposición ganadera. En 2007 el parque de diversiones de los niños grandes que gobiernan el estado tenía un zoológico instalado sobre una ladera polvosa, en elq ue en condiciones miserables se exhibían algunos animales, incluido un hipopótamo que sobrevivía en un charco lodoso. En 2008 el parque de los niños gobernantes tiene una montaña rusa con cuatro rizos.

Mientras en rincones del estado, como El Tecongo, la gente no dispone de agua potable, en la zona de la feria se crean lagos y espejos de agua. Mientras en Calvillo cientos de familias viven el calvario de uno o varios enfermos de padecimientos renales que no son atendidos debidamente por el Instituto de Salud estatal, en la zona ferial se multiplican los monumentos a la vanidad y la codicia gubernamental.

La Feria de San Marcos se ha convertido en la niña de los ojos del sexenio de Reynoso Femat. Para una verbena de 30 días se han realizado inversiones millonarias, poco transparentes y menos aún justificadas, con excepción de los discursos de manual de superación personal que le escriben al gobernador.

La fiesta brava, antaño uno de sus mejores atractivos, ha dejado de ser un pilar fundamental del festejo sanmarqueño, como las colchas de retazos que en los hogares pobres del estado confeccionan las apuradas amas de casa, la empresa responsable de la Plaza de Toros Monumental de Aguascalientes medio hilvana carteles con matadores y ganaderías que apenas convencen a los villamelones y dejan sabores amargos a los conocedores que anhelan ver desde el tendido a sus héroes particulares. Y la autoridad complace al empresario y abandona al aficionado que hace largas colas para comprar caro un boleto que no garantiza calidad.

En 2007, los desencuentros entre los egos del alcalde Martín Orozco y el gobernador Reynoso Femat hicieron que los primeros días de la verbena se tornaran peligrosos y lo que la publicidad oficial pintaba como una zona de diversión se volviera campo de batalla de las bandas de cholos y demás plagas urbanas. Sin la presencia de los policías municipales, las batallas a botellazos, pedradas y ladrillazos llegaron hasta las puertas del Casino de la Feria. En 2008, alcalde y gobernador van de manita sudada y el vacío de autoridad no se presentará.

Los aguascalentenses no saben cuánto costó la montaña rusa de cuatro rizos, pero ya están protestando por los cien pesos que costará el boleto para subir a gozar de los torrentes de adrenalina.

Ocupado en autoelogiarse, el gobierno estatal ha olvidado integrar y poner a disposición de los ciudadanos el Libro Blanco de la Feria Nacional de San Marcos. Por simple ejercicio de transparencia, el Patronato de la Feria y el gobernador, junto con los funcionarios que integran su gabinete, deberían dejar de lado el canto autolaudatorio para dar paso a la letanía de cifras: cuánto cuesta el capricho de modernizar la Feria Nacional de San Marcos, quiénes se beneficia de esas millonarias inversiones, qué beneficios tiene el estado y por qué se decidió poner en el primer puesto de prioridades una feria, al mismo tiempo que se abandonan otras necesidades, mas urgentes, mas prioritarias y, claro, menos viables para alimentar la desbocada hoguera de vanidades en que se consumen el gobernador y sus funcionarios.

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