Juan Pablo Ruiz
Siempre será un privilegio contar con una amigo o amiga que comparta la pasión por la lectura; pero si además es escritor o escritora, el privilegio es mayor, y sí todavía, parte existencial de su creación, tiene como origen o propósito el amor a los animales, tenemos oro molido en las manos.
Por esto, la presentación de “Jaulérica Vida” el libro compilado por Ana Leticia Romo recientemente en diversos foros de nuestra ciudad y en las Ferias del Libro de Aguascalientes y Guadalajara, no debe pasar desapercibido de conciencia alguna; ni siquiera de aquellos que ven con indiferencia o superioridad a los animales, porque revela una situación de miseria económica y burocrática que pone en entredicho aquello de que en Aguascalientes, somos chingones y eficientes en todo.
Los relatos abordan una realidad tan simple que pasa inadvertida para los miles de visitantes que tiene nuestro parque insignia: Las terribles condiciones de vida de los animales puestos bajo nuestra custodia en el Parque Héroes o Rodolfo Landeros; como quieran llamarlo.
Animales silvestres rescatados (águilas, monos, ciervos, mapaches, camellos, loros, avestruces, gansos y hasta un tigre) que ante la incapacidad del Gobierno Federal para atenderlos por parte de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, nos los encargaron, y nosotros desde el gobierno del estado, los aceptamos, sin tener la voluntad y presupuesto para atenderlos como seres indefensos y vulnerables; algo parecido al DIF.
Pero confieso que, de no haberme sido mostrada esta realidad por los valientes colaboradores del libro, sería un personaje más de los que solamente dirían “que jodido está el zoológico del Parque Héroes”. Pero error, no es un zoológico, está a años luz de serlo.
Es o pretende, debiera ser un “Centro Recreativo de Educación y Cultura Ambiental” u albergue, un lugar tanto de esparcimiento como un hábitat seguro de rehabilitación de especies inclusive en peligro de extinción o francamente exóticas, como el tigre, de quien no encuentro explicación razonable para que semejante majestad, sobreviva en el peor lugar que pudiera pensar para un animal de sus características; y cuando digo que el peor lugar, me sonroja y molesta pensar, que talvez estaban mejor, antes de ser rescatados; que su calidad de vida en la ilegalidad de su adquisición y posesión, era mejor, que en las manos inmisericordes del propio gobierno.
Pero se preguntarán, ¿a qué viene el título de la presente opinión?
A que después de muchos años de tocar puertas, los aficionados al futbol americano lograron que se les construyera una cancha profesional en un espacio público, distinto a los elitistas espacios deportivos que tienen las universidades más costosas del estado y del país, para practicar en un extraordinario nivel deportivo, semejante deporte.
Con un costo declarado de aproximadamente once millones de pesos, en una superficie de casi una hectárea de las casi noventa que tiene el parque, la cancha de americano es una realidad; y sin ánimo de polemizar sobre sí el impacto ambiental se justifica, lo cierto es que cientos de jóvenes mujeres y hombres de Aguascalientes y la región, se suman al ejercito de deportistas y atletas que son indispensables como gladiadoras y gladiadores en tan apasionante disciplina.
¡Esta bien!, pero ¿se vale apoyar la cultura del deporte, sin meter un solo centavo a la cultura del respeto y admiración por los animales? Sin duda no; y seguramente las decenas de chavos y chavas que cada fin de semana se rompen literalmente los huesos en cada partido, ignoran que a unas cuantas yardas de su cancha, rodeados de la opulencia cuasi faraónica del Teatro Aguascalientes y el Museo Descubre, seres bellos, asustados e indefensos, agonizan, lenta muy lentamente, sin que nadie los defienda.
El dato es escalofriante:
Una pareja de camellos y su cría; 12 conejos, 48 loros, un watusi hembra y su cría; una tigresa, un cuervo, un halcón, 2 wapitis; una pareja de faisanes plateados, una llama, un coatl, 2 monos, un perro-lobo cachorro; un venado colablanca y 3 iguanas, han muerto en nuestro parque, bajo nuestra “supervisión” y “cuidado”, además del mapache que ilustra la portada del libro, que murió atorado en su jaula en agosto de 2021; imperdonable.
Para ellos y para los animales que aún sobreviven en el Parque, no hubo ni hay línea defensiva, tiempos fuera, insumos de protección, un campo limpio y verde para correr, agua para beber, un coach o mariscal de campo que se preocupe por ellos y mucho menos una alimentación de alto rendimiento.
Por eso considero que de los once millones de pesos del costo de la cancha, no creo que siquiera una décima, una centésima parte de esa cantidad, no pueda destinarse a la construcción de un pequeño lago artificial para los animales acuáticos (viven en pasto o lodo) para espacios amplios para los venados, ciervos y animales como los avestruces, que capaces de correr de decenas de kilómetros por hora, sobreviven, haciendo surcos de desesperación en unos cuantos metros cuadrados, que semejan las infames y pequeñas dimensiones de las casas del Guadalupe Peralta o el Valle de los Cactus.
¿Por qué no han sido devueltos a su hábitat? Porque en las condiciones en que están, difícilmente sobrevivirían. Esta horrible prisión animal en la que pasan sus últimos días, los privó del ánimo de lucha, como se estila con los peores delincuentes humanos.
Por eso sostengo, que los aún esperamos un milagro y nos gusta el fut bol americano, sabemos que nuestros animales están en su tercera oportunidad y mil yardas por avanzar; la misma distancia figurada –casi un kilómetro- que caminan alegremente los jóvenes deportistas con sus amigos y familias, desde la entrada de este auténtico cementerio de animales, hasta la soñada zona de contienda que es la cancha de fut bol americano.
Están, nuestros animales, muy lejos de zona de anotación, pero todavía podemos salvarlos. ¡Necesitan un gol de campo que les devuelva la oportunidad de luchar, sobrevivir y ser felices!
Apoyémoslos, vamos al Parque, preguntemos por ellos, observémoslos sin miedo; sin ese miedo que ya tiene de nosotros y de quienes los cuidan.
Llegó el tiempo de Fut Americano! ¡Llegó el tiempo de la Charreria!
¿Cuándo, cuando llega el tiempo de ellos? Estamos en la línea de los dos minutos.
Juan Pablo Ruiz es abogado y animnalista.
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